A TRAVÉS DEL ESPEJO

Retransmitido por la Red Nosotras en el Mundo los domingos de 21 a 23 hs

Dudas, reflexiones y preguntas en la lucha por el derecho al aborto (2003)

por Dora Coledesky

El objetivo de este trabajo es tratar de comprender las razones por las cuales no hemos podido avanzar más en la lucha por este derecho.

No queremos analizar los escollos que se nos presentan con las instituciones. Eso es claro y ya lo sabemos. Creo que el principal escollo está en nosotras mismas. ¿Por qué? Cuando digo nosotras mismas me refiero a las que aparentemente entendemos la necesidad de que el aborto sea legal, lo logremos o no.

Se invocan distintos argumentos cuya relatividad trataremos de demostrar.

Por ejemplo: hay compañeras que trabajan en relación a las mujeres de los sectores pobres de la población que invocan la siguiente argumentación para demostrar que dichas mujeres están contra el aborto: que en general tienen muchos hijos, que dicen que nuestros hijos son nuestro único bien, salimos a la lucha por nuestros hijos, etc., etc. En primer lugar, como dijimos en respuesta a esta preocupación: nunca hay que oponer el aborto a la maternidad. Nosotras no propugnamos el aborto. Esto tiene que estar claro. Pero lo que invocan las mujeres sobre sus hijos tampoco se contradice con el derecho al aborto. Sobre todo si tenemos en cuenta que el aborto séptico, que es el que causa más daños, hasta la muerte, se da en esos sectores. ¿Cuántas de esas mujeres, sus vecinas, sus amigas, sus parientes, se encontraron alguna vez en esa situación?

Pero hay que profundizar, si podemos. Hay algo que no cierra. Si el aborto es parte de las vidas de estas mujeres, ¿por qué lo niegan, por qué queda oculto sin salir a la superficie. Podríamos quizás decir que por temor, porque el aborto está rodeado por un manto de criminalidad, de culpabilidad, lo que hace que las mujeres no lo saquen a luz. O quizás porque nosotras no sabemos llegar con nuestro lenguaje por diversas razones: por temor, por vacilación, por debilidad, por intereses políticos o de otro carácter, o quizás por una subestimación de las mujeres pobres, a quienes creemos, en el fondo, incapaces de comprender lo que planteamos; entonces queremos ir despacio, por etapas, prudentemente, tácticamente. Sin negar la importancia de la táctica, prepararse para el debate, por lo menos conocer toda la argumentación necesaria. Pero tiene que partir de la comprensión de que no nos dirigimos a infantes, sino a mujeres adultas, no por su edad, sino por su vida misma, muchas de las cuales encabezan sus familias, son las que trabajan o están en la lucha.

Muchas compañeras ponen el acento en la anticoncepción y en la educación sexual. Sin desconocer la importancia de la difusión del conocimiento de la anticoncepción: ¿es que alguien puede estar en contra? Solamente los sectores de la Iglesia que para estos casos no son nuestros interlocutores. Al contrario, tenemos que luchar para que se extienda y se aplique la ley recientemente sancionada. Creemos que es falso oponer los tres aspectos importantes para la vida de las mujeres. Diremos hasta el cansancio: la vida de las mujeres es muy compleja: no somos robots: un día podemos olvidarnos de tomar la pastilla, o de ponernos el diafragma -para aquellas mujeres que tienen las condiciones para usar dicho método, que en las condiciones actuales son las menos-, o simplemente se olvidó y le surge una relación sexual casual, que la toma desprevenida. O habiendo quedado embarazadas cambiamos de opinión por múltiples y diversas razones. Además hay un factor irracional en las relaciones sexuales que las mujeres no llegamos a controlar totalmente. ¿Y por ello estamos condenadas a seguir adelante con un embarazo no deseado?

Tampoco podemos estar contra la táctica, entendiendo por tal utilizar formas de abordaje que hagan más fácil la relación con las mujeres a las cuales nos dirigimos. Pongo por ejemplo: el 8 de marzo de 2002, mujeres que integran la Secretaría Social de la Municipalidad de Morón me invitaron a hablar en el escenario del Teatro Municipal de esa localidad, donde se habían representado algunos Monólogos de la Vagina y justo cuando la Corte Suprema se había opuesto a la píldora de emergencia. Me tomaron de sorpresa y como no sabía cómo era el público al cual me dirigía, hablé del aborto después de criticar a la Corte, poniendo el acento en las muertes por aborto séptico, en la salud de las mujeres. Había más o menos 500 mujeres, que es la capacidad del Teatro, y la respuesta fue un aplauso generalizado, casi una ovación de pie. El espectáculo era gratuito y venían mujeres de todos los sectores sociales, más bien pobres. ¿Cuál es la conclusión?: yo no podía extenderme, pero estoy segura de que aunque hubiera ido más lejos en mi intervención planteando nuestro derecho a decidir y por qué, igual hubieran aplaudido. Usé un recurso táctico, no equivocado, pero en otra situación cabía ir más lejos.

Se usan frases totalmente erróneas que escuché muchas veces: “el aborto es el último recurso”, “nadie va alegremente a realizarse un aborto”, etc. Que en realidad son argumentos para nosotras mismas, parece que no estuviéramos convencidas de nuestros derechos. Se dice “el aborto es el último recurso”. O el primero: cuando una mujer se ve en la alternativa de que está embarazada, ¿cuál es el último recurso? Estoy embarazada, no lo quiero tener, cuál es el camino: el aborto, ya no hay otro camino: la anticoncepción ya fue, como dicen los chicos; el cuidado para no quedar embarazada ya pasó. Queda un solo recurso: abortar.

Cuando se dice “nadie va alegremente a hacerse un aborto” es una subestimación de las mujeres, hablamos por ellas, no las escuchamos a ellas. Como dicen la Dra. Beatriz Fougeyrollas (médica del centro pionero en aborto Colombes de Francia) y el Dr. Baulieu (el descubridor de la Ru 486): las mujeres cuando van a hacerse un aborto muestran una gran responsabilidad y seriedad, son maduras, no infantes. ¿Por qué tenemos que decir con nuestra voz, que no es la de ellas, que no van alegremente a hacerse un aborto? En el fondo somos nosotras las que tenemos dudas, como si tuviéramos necesidad de justificarlas a ellas. ¿Quién nos autorizó? Volvemos a decir: la vida de la mujer no es fácil; sin querer decir que su sino es trágico, podemos sí afirmar que su vida es difícil y que sin embargo la enfrenta, con los medios que tiene que no son muchos. Lo que lo hace terrible -y a pesar de ello lo hacen- para las pobres es la manera en que tienen que hacérselo, lo que lo hace lúgubre, por supuesto: sabiendo que van a un peligro de muerte, no creo que estén muy alegres. No es su decisión, es el entorno social, la desigualdad social, la hipocresía lo que lo hace lóbrego. Por supuesto no niego que muchas mujeres sienten culpa o preocupación cuando van a abortar, pero ya hemos analizado muchas veces cuál es el origen de esta culpa. Pero es muy distinto cuando se afirma que no van alegremente, no se refieren a la lobreguez del acto, lo que no impide que las mujeres arriesguen su vida para hacerlo, sino que es una manera de tratar de justificar a las mujeres, como cuando se decía hace tiempo (ya no se dice, porque es absurdo) que el aborto no es un método anticonceptivo.

O como decía un sexólogo cuyo nombre no recuerdo, en un programa de televisión: se habla de la culpa o del problema psicológico que siente la mujer cuando va a abortar: ¿y alguna vez se piensa en el conflicto psicológico de la mujer que tiene que llevar adelante un embarazo no deseado?

En los mismos proyectos de anticoncepción que se presentaron en la Legislatura y en el Parlamento, se dice con frecuencia refiriéndose a los métodos anticonceptivos que no son abortivos, para conformar así la preocupación de las instituciones, argumento que no sólo debilita una posibilidad de la legalización del aborto, sino que es falso o ingenuo o quieren creer que por esa salvedad la Iglesia no se va a oponer. La experiencia indica que no lo impidió. Como la insistencia en el proyecto de la interrupción del embarazo del niño con malformaciones que implican su muerte al nacer: comprendo que se quiera demostrar que no es un aborto, pero lo es, porque cuando se interrumpe el embarazo el embrión no ha muerto, aunque sea inexorable su muerte (me refiero al proyecto de la Diputada González Gass). Lo comprendo como una argucia para hacer pasar el proyecto, pero ¿no era mejor decir que, conforme a la OMS, cabe en este caso el aborto por razones psicológicas y sociales de la mujer, lo que lo haría entrar en las excepciones legales? Igualmente con el proyecto que quiere establecer una inducción del parto a los seis meses. Nos parece absurdo, además de una desconsideración a las mujeres que están en esa situación. ¿Por qué no aplicar lo establecido en la OMS sobre lo que se entiende por salud, e incluir el aborto en las excepciones legales como daño a la salud psíquica de la mujer? ¿Por qué esperar seis meses, seis meses que la mujer vivirá angustiada? Estos proyectos reproducen argumentos que hacen poco favor a la lucha por la legalización del aborto. No es que yo sostenga aborto o nada. No, creo que todos los proyectos desbrozan el camino, pero debemos tratar de no reproducir argumentos que confunden a las/los aliados, o por lo menos no contribuyen a su claridad, pero no engañan al enemigo.

Y a veces nosotras con nuestra vacilación contribuimos a ello. No se puede transmitir seguridad cuando no se la tiene, no se puede disipar dudas, cuando nosotras mismas las tenemos.

Ahora bien, aquellas compañeras que en su fuero íntimo no están realmente convencidas, que aún les queda honestamente un sentimiento religioso en el fondo, tienen todo el derecho de sostener su posición y no pueden ser descalificadas por eso. Lo máximo que se les puede pedir es que también en forma democrática no obstruyan nuestras posiciones. Es parte de nuestra igualdad y nuestra democracia.

Quiero poner otro ejemplo, que surgió de un debate que se hizo en la Facultad de Filosofía y Letras, en una reunión de AyL que se hizo allí y donde una compañera que vino de Uruguay habló del proyecto que habían presentado. Esta compañera, cuando contó la táctica que habían usado para que el proyecto avanzara, dijo más o menos que ellas habían privilegiado la cuestión de las muertes por aborto y la salud de las mujeres frente a una corriente de feministas que planteaba el derecho a decidir. Una compañera del público, atinadamente, le preguntó: si se hubiera planteado el derecho a decidir, ¿habrían fracasado los votos que aprobaron el proyecto? Ella dijo que sí. Yo no estoy tan segura. En esta etapa del mundo y de la historia, ¿habría cambiado algo si se hubiera planteado el derecho a decidir de las mujeres, si son las afectadas?
¿Alguien puede poner en duda su libertad de decisión? Nuevamente vemos la vacilación entre aquellas mujeres que tienen el privilegio de poder hacer los proyectos y presentarlos, porque las mujeres del pueblo evidentemente no fueron consultadas. Esto no significa menoscabar la labor de las compañeras que hicieron y promovieron el proyecto, pero nos sirve para ver nuestras propias limitaciones.

Otro ejemplo: el de la lista abogados asamblearios. Se negaron a incluir el pedido de despenalización del aborto, con el argumento de que dicha reivindicación les restaba votos. Un sector de los compañeros que habían hecho el programa estaban de acuerdo. Yo también había incluido los pactos civiles para homosexuales, que también rechazaron. Esta lista que se denominaba más que “progresista” y que planteaba otras reivindicaciones muy buenas y que quería estar a tono con lo que estaba ocurriendo en la sociedad, sacó creo alrededor de 400 votos. Y me pregunto y les pregunto a ellos, ¿cuántos votos habrían perdido? En cambio perdieron la hermosa oportunidad de aparecer defendiendo los derechos más decisivos para las mujeres, con lo que habrían ganado mucho respeto de muchos sectores y no sé si en vez de perder, habrían ganado más votos, aunque esto es lo secundario. En cuanto al planteo de los homosexuales, poco después la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires saca una resolución sobre la posibilidad de los pactos civiles. Qué oportunidad perdió la lista de estar adelante y no atrás de algunas reivindicaciones. En el fondo no querían enfrentar a la Iglesia y en general a las instituciones. Es claro que nos estamos alejando del sector de las mujeres y de las feministas, pero en esa lista estuvieron mujeres que también se oponían al derecho al aborto. Abogadas.

EL ABORTO EN LAS ADOLESCENTES
Estadísticas recientes publicadas por el Ministerio de Salud indican un aumento creciente del aborto en las adolescentes. Creo que se hace necesario precisar algunos aspectos. Hemos tratado de explicar muchas veces las razones obvias del aumento de la maternidad adolescente. En primer lugar, una cada vez más temprana relación sexual, lo que me parece un síntoma de la liberación de esta época, inimaginable en nuestra juventud. Y la crisis de la familia como institución, muy bien analizado por Susana Torrado. A esto unimos la falta de información sexual con todos su aspectos, incluida la anticoncepción, más la opresión generalizada de las mujeres, acentuada en las adolescentes por su falta de experiencia. Se sostuvo igualmente que las adolescentes veían en la maternidad una forma de realización como personas, sobre todo en los sectores más pobres, más vulnerables, caracterizados en las jóvenes por una desvalorización social. ¿El aumento del aborto en las adolescentes cuestiona estas afirmaciones? Sí y no. Creemos que el factor subjetivo de lo que buscan las adolescentes con la maternidad existe, pero entonces ¿por qué aumentaron los abortos en ese sector social? (No las muertes, como han indicado también las estadísticas dadas por el Ministerio de Salud.) Creemos que el aumento del aborto se debe al uso de la pastilla de difusión actual llamada Oxaprost, que tiene las siguientes ventajas sobre las tradicionales formas de aborto en los sectores pobres: nadie se entera, como dice la Dra. Alicia Cacopardo; puede hacerse a escondidas de los padres, no deja huellas, es más barata y si las adolescentes, a raíz de una hemorragia o de que no ha dado resultado concurren a los hospitales, aunque los médicos puedan sospechar que es a consecuencia de dicha pastilla, es más difícil comprobarlo. O sea que las adolescentes -no todas, por supuesto- han elegido abortar en aumento y no realizarse como personas siendo madres. Es decir, al encontrar un medio -no sólo las adolescentes- más accesible para abortar, lo hacen. ¿Dónde está la tan mencionada culpa? Imaginemos cómo sería si se legalizara el aborto. Las mujeres harían cola, sin la menor duda, tal como lo hicieran en Rumania, cuando cayó Ceaucescu. No alcanzaban las camas en los hospitales, tenían que estar dos mujeres por cama y tuvieron que llamar a médicas francesas para que orientaran sobre anticoncepción. Recuerdan que en el régimen dictatorial de Ceaucescu estaba totalmente prohibido el aborto. Y no había anticoncepción. Los asilos estaban llenos de niños abandonados por sus madres. Bastó una simple resolución, eliminar laprohibición, para que las mujeres fueran a practicárselo. ¿Dónde entonces queda la culpa, la negativa? El mito se derrumbaría en cinco minutos si lográramos que el aborto se hiciera en los hospitales con toda la asepsia necesaria. El conflicto está en que, para lograr la despenalización o legalización, tenemos necesidad de miles de mujeres que la apoyen y para ello hay que profundizar en la manera de derribar los mitos, pero no lo conseguiremos si empezamos por manifestar nuestras propias dudas o si nuestro lenguaje no tiende a atacar los mitos, las negaciones, dando a las mujeres conciencia de su propio valor. Por eso es tan importante el papel que podamos jugar para presionar hacia la despenalización del aborto. Las mujeres sentirían que han dejado de ser culpadas, que el aborto ya no se presenta lóbrego, que no hay dos abortos: uno el malo, el que causa la muerte, y otro el que se hace en las mejores condiciones porque se lo puede pagar. Estamos ante una encrucijada: que las mujeres puedan presionar a tal grado que podamos lograr que el Parlamento acceda al debate y que la presión sea tan fuerte que podamos hacer los abortos en las mejores condiciones aún clandestinamente. Y nosotras avanzar con nuestros argumentos, con nuestros proyectos de leyes para derribar los obstáculos, o al menos para que se arme un debate en la sociedad, que se haga público.
Volviendo a las adolescentes, quisiera dar un ejemplo de mi experiencia. Recientemente en una reunión que se hiciera en la Universidad de las Madres, se tocaron tres temas: uno era el aborto, otro una experiencia hecha por las adolescentes de una escuela secundaria de un barrio pobre, y otro la prostitución. Las compañeras adolescentes, muy jóvenes, empezaban, ayudadas por una compañera, a hacer sus primeras armas en su independencia frente a los varones, frente a la familia y era conmovedor escucharlas. Eran también sus primeras -pienso- intervenciones en público, lo hacían con timidez, pero expresaban el salto que había sacudido sus vidas al reunirse como mujeres. Después de ellas intervine sobre el derecho al aborto, y lo más importante fue la reacción de estas compañeras. Una de ellas, la que más había hablado, se me acercó diciéndome que para ellas el tema aborto había sido siempre un tema tabú, aquello de lo que no se habla, y que después de escucharme empezaban a comprender y a aceptar. Por supuesto, estas adolescentes tenían ya una conciencia sobre su propio valor, funcionaban como grupo de mujeres, interviniendo en su formación la compañera Niza. Pero ellas están inmersas en un sector de la población adolescente pobre y su progreso asegura mediante su influencia -mejor que alguna de nosotras- resultados importantes en el futuro.

ENCUENTROS NACIONALES
Muchas veces hemos dicho que nuestra lucha por el derecho al aborto encontró en los Encuentros Nacionales de Mujeres un gran respaldo, pero podríamos avanzar más si lográramos impedir lo que ha ocurrido en los últimos Encuentros: la penetración de la Iglesia para contrarrestar nuestras posiciones. Hay en esto una gran responsabilidad de las organizadoras. Cuando decimos impedir no queremos decir evitar su participación (eso sería totalmente antidemocrático), sino no repetir la experiencia de Salta, donde una secretaria de Romero estuvo en la comisión organizadora. Y en el de La Plata se había anulado el taller sobre anticoncepción y aborto. El papel de las coordinadoras debe ser asegurar el debate respetuoso. Pero además pagamos en este problema (como en tantos otros) la resistencia a conformar un nexo entre Encuentro y Encuentro que lleve adelante algunas de las propuestas, entre ellas la despenalización del aborto, lo que permitiría que miles no solamente se expresaran en cada taller donde se toca el tema, sino masivamente.

LOS ENCUENTROS FEMINISTAS LATINOAMERICANOS Y DEL CARIBE
Con excepción del Encuentro que se hiciera en San Bernardo, donde un taller autónomo -no estaba planificado en el programa- en el que intervinieron muchas compañeras latinoamericanas, redactamos una declaración y se determinó un día, el 28 de septiembre, como Día Latinoamericano de Lucha por el Derecho al Aborto, que sin la menor duda abrió una brecha importante dado que se hacen actos en Latinoamérica en este día. En los restantes Encuentros no tuvo una gran repercusión, en parte por nuestra propia debilidad, pero fue evidente la resistencia de las ONGs a que se sacara por lo menos una resolución, un compromiso firme. Lo único que se logró una frase que decía “tenemos una deuda con el aborto”, como en Santo Domingo.
Y la Marcha Mundial de las Mujeres se lo menciona débilmente como un problema de salud de las mujeres, y después de ejercer nuestra presión. No nos llama la atención, numerosas ONGs con subsidios de los organismos internacionales tienen su peso en estos eventos, me refiero a los Encuentros Latinoamericanos y a la Marcha Mundial. Tenemos que decir que ni la Marcha Mundial ni las ONGs nos representan a las mujeres de América Latina. No pongo en cuestión la importancia de lo que hacen, de los debates y foros que organizan, de los proyectos que alientan, pero evidentemente a esta altura de los sucesos, y entre ellos las muertes de las mujeres por aborto séptico, aún sin hablar del derecho a decidir, que una organización que se llama “mundial” no contemple como prioridad esta reivindicación, no nos merece mucha fe: seguirán realizando marchas, pero nosotras continuaremos nuestra lucha.

EL FORO SOCIAL DE SAN PABLO
Recién en el tercero se logró, gracias a las compañeras del Foro de Derechos Reproductivos y especialmente a Martha Rosenberg, la firma de personalidades a favor del derecho al aborto, pero son 150 firmas frente a miles y ello a pesar de una gran intervención en las calles de los grupos brasileros y uruguayos sobre este tema.

PRECISIONES
Finalmente, de la misma manera que en nuestra revista -de la Comisión por el Derecho al Aborto- en nuestro 10º aniversario, precisábamos la incorporación a los debates y a los análisis que habíamos hecho con respecto al aborto, quiero transmitir dos nuevas precisiones.Una incorporada en los debates del llamado seminario que iniciamos en diciembre, (ahora llamado Asamblea por el Derecho al Aborto) por la compañera Liliana Pelliza, que es el siguiente: en general solemos decir que tenemos el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, lo que es cierto. Pero ¿somos solamente cuerpos? ¿O somos además sentimientos, inquietudes, pensamientos, sexo, deseos? Y cuando las instituciones, el poder, quieren intervenir sobre nuestro cuerpo, estableciendo normas que nos impiden decidir, están también violando todo: los sentimientos, la libertad sexual, nuestras inquietudes, nuestros deseos.
La segunda, que es en realidad una respuesta a una reflexión que muchas veces expresé, y que está en nuestro anteproyecto de ley: decidir, para las mujeres, es una abstracción, porque no tienen cómo decidir, no tienen la posibilidad de elegir entre anticoncepción, educación sexual y aborto, porque no cuentan con ninguna de esas posibilidades, por lo menos, en principio y sobre todo, para los sectores pobres. Una compañera, Marisa Fournier, en el seminario, me contesta: lo importante es crear la conciencia de que debemos decidir sobre nosotras mismas, aunque no tengamos por ahora los medios para hacerlo. Creo que es correcta esta reflexión.

LOS VAIVENES DEL FEMINISMO
En cuanto a la historia del feminismo en nuestro país con respecto al aborto, tiene vaivenes, idas y vueltas, sobre todo cuando se trata de feministas vinculadas a los partidos de las instituciones. Recordemos la oposición de algunas feministas al proyecto de Bravo, recordemos que la Comisión por el Derecho al Aborto tuvo que retirarse del grupo de mujeres del movimiento que habíamos creado llamado “Mujeres por la Autodeterminación y la Libertad de Decidir” por oposición a este tema, a pesar de que fue debido a nuestra movilización que pudimos impedir que Barra estableciera en la Constitución la defensa de la vida desde la concepción. Recordemos a Fernández Meijide y que sólo un grupo de compañeras repudiamos y denunciamos su decisión contra el aborto. La intervención de muchas mujeres que apoyaban nuestra reivindicación y que integraron el Frepaso, cuando éste tuvo la posibilidad de ser gobierno, debilitaron sus posiciones al respecto.
Hoy pasa algo parecido con el ARI. Compañeras muy capaces que han contribuido con su pensamiento a aclarar conceptos con relación al aborto y que funcionan hoy en el ARI, ¿por qué callan? ¿Por qué no influencian en su partido y abren el debate democrático sobre este tema? Ustedes dirán que soy ingenua, que se trata de un partido del gobierno burgués y que es imposible que elimine las formas jerárquicas de funcionamiento. Si, pero la sociedad se mueve y está planteando cosas, y en la medida en que haya una presión de las mujeres, las compañeras que defienden el derecho al aborto en ese partido tendrán que definirse. Se encontrarán en una contradicción: o abren el debate manifestando su criterio, o se someterán, no jugando así ningún rol importante con relación al progreso de las mujeres y contribuyendo a la jerarquización contra la que luchamos las feministas.
No incluyo en este sector a las compañeras feministas integrantes de diversos grupos e independientes que en forma cada vez más ascendente luchan por el derecho al aborto. Y hoy incorporan que no se trata solamente de un problema de salud, sino de derechos, de libertad de decidir. Y creo que esto es resultado en gran medida de lo que ha pasado en nuestra sociedad desde los acontecimientos del 19 y 20 de diciembre del 2001.

EL19 Y 20 DE DICIEMBRE DE 2001
¿Qué pasa hoy? Creo que un cambio se ha dado desde el 19 y 20 de diciembre del 2001. Un cambio cultural que beneficia nuestra lucha por el derecho al aborto. No importa si los logros son inmediatos: lo importante es lo que está pasando en la conciencia de las personas. El descrédito de las instituciones no ha retrocedido, aunque transitoriamente la gente haya decidido votar. Al contrario, el efecto de los acontecimientos en este país se refleja indirectamente en el hecho que, por primera vez, el ministro de Salud Pública haya tenido que publicar las estadísticas sobre aborto, justo antes de que se dictara la ley de anticoncepción. Siempre hubo muertes, ¿por qué se preocupan ahora? Es como la desnutrición infantil: hace mucho que existe, aunque evidentemente ha aumentado con la desocupación y el hambre. ¿Por qué sale a luz hoy? Siempre hubo abuso sexual de niños y niñas: ¿por qué aparece con toda su dimensión hoy? Porque hay un nivel conciente en la sociedad, una nueva relación entre la sociedad y el Estado. Y porque la sociedad ha perdido el miedo a denunciar. Las mil y una marchas contra la impunidad, cada vez que ocurre un crimen en el que muchas veces está implicada la policía, lo muestran.
La resolución del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sobre la unión civil y sobre la ligadura de trompas -independientemente de los intereses electorales que debe haber- están también en ese proceso social que analizamos. No pueden desconocer la existencia de muchas parejas habidas o por haber de homosexuales, no pueden desconocer -a pesar de la Iglesia- que cada vez se casan menos las personas y forman uniones. Aunque esto último sea más espontáneo en los jóvenes, muestra que el contrato matrimonial, la familia (algunas de las casamatas, diría Gramsci, en que se basa la sociedad capitalista), se derrumba. Y en cuanto a los homosexuales, la apertura de la sociedad hacia las distintas formas de sexualidad, unida a la lucha que homosexuales, lesbianas y travestis han llevado incansablemente y con gran audacia, es un factor innegable del cambio cultural en la sociedad y de la afirmación de la libertad de los seres humanos. Esto era inconcebible hace años, no muchos años.
Y la despenalización o legalización del aborto, por el cual la Comisión por el Derecho al Aborto viene luchando desde el año 1988, en el más grande aislamiento, pero concientes sus integrantes de que era una necesidad que imponía la realidad social y la libertad de las mujeres, hoy aunque aún no se logre ya forma parte del escenario social. Muchos debates, seminarios, encuentros y reuniones se realizan por este tema. El Congreso de la CTA, el regional que se realizara en Lanús primero y el nacional vuelven a reproducir esta reivindicación y no estaba la Comisión como en el primer Congreso para luchar por ella.
Dos pasos importantes se dieron que confirman que algo estaba pasando en la sociedad desde el 19 y 20 de diciembre del 2001: (1) La incorporación de la anticoncepción, la educación sexual y la legalización del aborto en la INTERSALUD, una organización que reunía las distintas comisiones de salud de las asambleas. (2) La intervención en la Interbarrial Nacional de las asambleas para que se apoyara el día 28 de septiembre, Día Latinoamericano de Lucha por el Derecho al Aborto. La realización de un evento el 27 de septiembre en la Plaza de los Dos Congresos, que aún con su relativo éxito atrajo la intervención de algunas asambleas, con una radio abierta donde también intervinieron hombres pertenecientes a esas asambleas. Fue un intento de acercarse a la sociedad, de romper el cerco, para que ésta asumiera nuestra lucha.
A esto hay que agregar:
(3) La intervención en algunas asambleas con respecto al tema del aborto.
(4) Un taller que funcionó en el Foro Social de Porto Alegre que se hiciera en Buenos Aires.
(5) Una intervención con un volante y verbalmente en la asamblea que cerraba el Foro Social de la Salud en la Facultad de Medicina.
(6) La constitución de la Asamblea por el Derecho al Aborto.


No nos equivoquemos: nuestra reivindicación no es solamente una respuesta a la muerte de las mujeres, por no tener la posibilidad de poder efectuarse un aborto en condiciones asépticas en un hospital público. Es algo mucho más profundo que toca a la igualdad, a la democracia, a la libertad.

Comenzando por la igualdad, repetimos: si las mujeres que pueden pagarse un aborto lo hacen en condiciones médicas y de asepsia correctas, mientras la gran mayoría de las pobres no vacila en hacérselo ellas mismas introduciéndose alguna rama de una planta o yendo a una mujer del barrio que les coloca una sonda, con todos los riesgos que ello significa y que ellas bien conocen, la desigualdad salta a la vista.

Con respecto a la democracia, a aquellas y aquellos que luchamos por otra sociedad, en la que no existan ni desigualdades ni privilegios, se nos impone avanzar desde ya, aunque no hayamos conquistado el mundo que anhelamos, en todas las formas democráticas posibles. Es una manera de preparar la transformación de la sociedad, y qué democracia puede haber cuando las mujeres somos tan postergadas en nuestros derechos. Por eso cualquier paso adelante en este sentido es afirmar y dinamizar la democracia.

Lo mismo puede decirse de la libertad: somos ciudadanas y no tenemos por qué someternos a las imposiciones de un Estado cuya alianza con los sectores fundamentalistas es evidente. Hay que seguir avanzando: hemos logrado algunos pasos adelante; apoyándonos en ellos, hay que continuar hasta obtener legalmente o fuera de la legalidad los derechos que nos corresponden, independientemente de que nos sean reconocidos o no.

Y sobre todo porque nadie puede sustituirnos en las decisiones que nos implican, porque tienen relación con nuestra vida, con nuestros sentimientos, con nuestra responsabilidad como seres humanos, y sin embargo nunca fuimos consultadas, como si no fuéramos ciudadanas.

En esta lucha está en juego nuestra propia dignidad, y por eso decimos que no es una simple reivindicación: no ser consideradas como cosas, sino como seres humanos dispuestos a vivir una vida digna de ser vivida.


Dora Coledesky Fanjul, Buenos Aires, junio 2003

en RIMA-Red Informativa de Mujeres de Argentina, 20.12.04

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