A TRAVÉS DEL ESPEJO

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GÉNERO Y COMUNICACIÓN

(intervención de Marcela Gabioud en Primer Programa 1 de julio de 2009)

En la actualidad, la radio, la televisión, los diarios e internet ocupan buena parte del tiempo libre de las personas. Este poderoso avance nos pone de cara a la información. Sabemos lo que pasa en todos lados pero lo que nos hacen saber no es inocente: lo que oímos, leemos, vemos, está decidido por los medios, sobre todo, por las grandes corporaciones que dominan el “mercado de la información”. Entonces, éstos tienen un impacto sin igual en nuestro mundo de valores, de imágenes de la realidad, de criterios y de actitudes.

La manera en que nos vemos, vemos a los demás, la idea de quiénes somos y nuestros roles como hombres y mujeres están influidos por el mundo mediático.

Para medir este impacto en las relaciones de género y la representación de mujeres y hombres en los medios noticiosos del mundo, se realizó en 2005 el Proyecto de Monitoreo Global de los Medios. En este programa de la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC) participaron cientos de colaboradoras y colaboradores voluntarios, en 76 países, sobre alrededor de 13 mil noticias de televisión, radio y diarios.

Según los datos mundiales, las mujeres son el 52% de la población mundial pero constituyen sólo el 21% de las personas que figuran en las noticias. En nuestro país la realidad no cambia: según el Censo 2001 las mujeres constituyen casi el 52% de la población, pero, en las noticias, son sujetos principales en un 22%. . El 78% de las noticias fueron reporteadas y presentadas por hombres. Donde se presentan las mayores diferencias es en la radio, con un 76% de presencia masculina sobre un 24% femenina. La voz de la mujer se refleja, principalmente, como “experiencia personal” y pocas veces como experta o comentarista especializada. La mujer no es central en las noticias del país. En comparación con otras temáticas, encuentra su mayor protagonismo en las informaciones de violencia o crímenes. La mujer aparece catalogada como víctima en un 34% de los casos, contra un 10% de los hombres.

En la Argentina, el monitoreo fue realizado en Buenos Aires, Córdoba, Rosario y la Patagonia.

No es un trabajo fácil cuando los medios de comunicación están llenos de imágenes y lugares comunes sobre mujeres y niñas. Muchos son relativamente inofensivos, pero algunos, a menudo los más potentes, retratan a la mujer como objeto de atención masculina: la sofisticada gatita sexy, la madre modelo, la bruja taimada, la inflexible ambiciosa en la empresa o la política.

A pesar de lo que se ha progresado en los últimos 25 años — hay más mujeres en los medios de comunicación y más ejecutivas que nunca — los medios de comunicación todavía producen como salchichas estereotipos sobre las mujeres, que limitan su poder en la sociedad. Según un informe global, si continuamos con esta tasa de progreso, llevará otros 75 años conseguir la Igualdad de género en los medios de comunicación.

Es una sombría perspectiva ya que hace más de 40 años que fueron introducidas leyes que penalizaban la discriminación de las mujeres, estipulaban que deben respetarse todos los derechos políticos y sociales fundamentales, la igualdad salarial y los derechos laborales.

En muchos países hay una importante presencia de mujeres en las redacciones, pero los medios de comunicación todavía son un dominio masculino si se examinan los puestos más altos. Las mujeres están marginadas en las noticias, tanto en los contenidos del trabajo que hacen, como en las oportunidades que tienen de progresar en la profesión. Están marginadas incluso en los sindicatos que las representan.

Una presentación justa de los asuntos de género es una aspiración ética y profesional similar al respeto de la exactitud, la justicia y la honradez. Es la otra cara de la moneda que dice que las mujeres necesitan estar más presentes en niveles más altos en las empresas de la Información, tanto en el trabajo como en los sindicatos. En un mundo en el que las “noticias serias” todavía las escriben y las presentan sobre todo hombres, los periodistas tienen que defender la igualdad de género. Esta igualdad no es solo un asunto de mujeres; todo el mundo se beneficia si se elimina la discriminación.

“[Igualdad de género]” no significa que mujeres y hombres tengan que convertirse en lo mismo, sino que sus derechos, responsabilidades, y oportunidades no van a depender de que hayan nacido hombres o mujeres”. ABC de los derechos de las mujeres trabajadoras y la igualdad de género. OIT

Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, “Las mujeres todavía tienen graves dificultades por la discriminación, la falta de recursos y de oportunidades económicas, por el acceso limitado a los centros de decisión y por la violencia de género”.

En los medios de comunicación y en el trabajo de los periodistas se evidencia que queda mucho por hacer para conseguir la igualdad de derechos para las mujeres. Mientras las estadísticas muestran que cada vez más mujeres se forman y entran en el mercado, el número de mujeres productoras, ejecutivas, redactoras-jefe y editoras sigue siendo chocantemente bajo. En 2002 el informe de la Asociación Canadiense de Diarios afirmaba que solo el 8% de los redactores-jefe y el 12% de los editores eran mujeres. La Asociación de Periodistas del Este de África (EAJA por sus siglas en inglés) aseguraba en 2008 que menos del 20% de los puestos de edición estaban ocupados por mujeres en la región. En muchos países la brecha salarial por género (diferentes salarios para hombres y mujeres) todavía existe. En muchos países los términos “suelos pegajosos” o “techos de cristal” se usan para describir cómo y por qué la brecha salarial por género aumenta con la edad, ya que se pasa por alto a las mujeres para la promoción a favor de sus colegas masculinos. Prácticas laborales poco favorables a la familia, como horarios inflexibles o la penalización de las mujeres por tomarse un tiempo para criar a los hijos, contribuyen a la brecha salarial.

Altos niveles de estrés, intimidación (“bullying”) y acoso sexual, volúmenes de trabajo inaceptables y horarios de trabajo incompatibles con la vida familiar empujan a las madres trabajadoras a trabajos de media jornada, temporales o como freelance. Esto las coloca en una posición aún más vulnerable en términos de seguridad laboral, promociones, estatus legal y capacidad para compartir los mismos derechos que sus colegas con contrato.

El acoso sexual sigue siendo un problema silenciado. Tocamientos innecesarios, envío de correos electrónicos (emails) no deseados, mensajes de texto, exhibición de fotografías pornográficas en los lugares de trabajo, comentarios sexuales, etcétera, se consideran habitualmente formas de acoso sexual. Su impacto puede tener un efecto debilitante en la personalidad, en la vida laboral y en la conducta social de la persona acosada.

En algunos países, estos problemas a menudo se agravan por un peor acceso a la formación y la enseñanza, sistemáticas u ocultas prácticas discriminatorias (como horarios de regreso obligatorios y falta de medios de atención a los niños), acoso sexual y sexismo patente en los procedimientos de contratación.

Estereotipos en los medios

Los estereotipos están por todas partes. Existen en la utilización de mujeres sofisticadas para promocionar cosméticos y productos de belleza, o en las historias de mujeres como cuidadoras y amas de casa, también a menudo para vender alimentos y servicios para el hogar. Este fenómeno fue denunciado en la Declaración adoptada por Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de las Naciones Unidas, en Pekín, en 1995, que hizo un llamamiento a los propietarios de los medios de comunicación y a los profesionales para que desarrollen y adopten códigos o pautas para promover una mejor y más correcta presentación de las mujeres en los medios.

El GMMP dice que es más fácil encontrar a las mujeres en noticias “ligeras”, que tienen que ver con asuntos como los famosos y las artes, donde aparecen en el 28% de las noticias, y es más difícil encontrarlas en las noticias “serias” sobre política, gobierno y economía.

El uso de estereotipos refleja un bloqueo mental no solo en términos de lo que la sociedad puede esperar de las mujeres, sino también—más seriamente—en términos de lo que las mujeres pueden esperar de sí mismas. Las estructuras de muchas sociedades se han basado en la asunción de roles basados en prejuicios sexuales, que se afianzan en el uso del lenguaje. Cuando un lenguaje con prejuicios sexuales se utiliza en una historia (por ejemplo, artesano, hombre de negocios, bombero…) los periodistas apoyan un prejuicio destructivo que sugiere que las mujeres están excluidas o incapaces de asumir esos roles. La auténtica igualdad de género debe liberar tanto a los hombres como a las mujeres de ese estrecho modo de pensar.

“Poner en el centro del debate la cuestión de género es el proceso de evaluar las implicaciones para las mujeres y los hombres de cualquier acción que se planifique, incluidas la legislación, las políticas o los programas, en cualquier área y a todos los niveles (….) para que las mujeres y los hombres se beneficien igualmente, y la desigualdad no se perpetúe”.

Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas (ECOSOC por sus siglas en inglés) Julio, 1997

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