A TRAVÉS DEL ESPEJO

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MASCULINIDADES 15 de julio

por Santiago Navonne

¿qué significa ser un hombre? Cuando uno o una formula esta
pregunta se enfrenta a un gran problema. Por muchos siglos la identidad
Varón a estado totalmente ligada a la idea universal de especie humana
es decir Hombre. Esto provoca que todo lo referido a lo masculino este
revestido por un poderoso sentido común que se empeña en obstaculizar
cualquier tipo de reflexión sobre el sexo masculino.

Pero si como marcan las investigaciones feministas “la mujer no
nace sino que deviene en mujer” a través de los diversos mecanismos
sociales, culturales, económicos y hasta semióticos ¿no sucede lo mismo
con la identidad del varón?. Si la respuesta es si la pregunta del
principio queda totalmente habilitada tornándose en la llave que nos
lleve detrás del espejo de la masculinidad.

La pregunta nos abre la puerta para que viajemos a la tierra del
macho. Allí nos encontramos con un conejo que corre, parece escapar de
algo o de alguien mientras se dice: “rápido, rápido ya va a partir”. ¿de
que escapa? Escapa del peligro de no ser ¿no ser que?, pues Hombre. Es
obvio todo varón debe enfrentar el peligro de no ser del todo un hombre.
constantemente nosotros tenemos que revalidarnos como hombres a través
de la mirada de otros hombres (y mujeres también).

Según investigadores del tema como Michael Kaufman y Michael Kimmel
El varón de EEUU debe demostrar que no tiene nada de femenino y debe
aspirar a reunir una serie de requisitos que lo acercan al modelo de
HOMBRE hegemonico: “ un joven, casado, blanco, urbano, heterosexual
norteño, padre protestante de educación universitaria, empleado a tiempo
completo, de buen aspecto, peso y altura, con un récord reciente en
deportes...”^1

En América Latina la masculinidad hegemónica esta relacionada con
el concepto de machismo. Dicho termino: “derivado del genérico “macho”,
es usado como sinónimo de masculinidad; implica, por sobre todo, la
capacidad de penetrar, y esta asociado con ser activo, cerrado y tenaz.”

Los requisitos para ser un gran hombre cambian según el lugar y la
época pero una cosa parece constante: El miedo a no ser. Así el conejo
nervioso corre y corre. Corre

guardando las formas masculinas trata de que nada de indicio a que
piensen que él tiene algo de femenino. Esa es la segunda característica
de todo varón la presión por huir de lo femenino. Como bien mostraron
los estudios feministas históricamente lo femenino dentro de la sociedad
patriarcal ocupo el lugar del “otro”, de lo no importante o no
trascendente. El conejo debe mostrar que es bien hombre para que el rey
de espadas no le corte los genitales y lo envié a las catacumbas femeninas.

Para Michael Kaufman esta huida de lo femenino esta relacionada con
el complejo de Edipo en el cual la figura paterna es la encargada de
separar al hijo de la madre. El conejo sabe el peligro que significa el
rey de espadas, porque él ya lo experimento, su espada lo separó de su
primer deseo: su madre. Ahora ya no puede mirarla ni quererla sin
sentirse un pobre conejito indefenso. Pero eso le pasa en menor medida
con toda mujer. Así lo femenino representa la amenaza castradora.

Por eso nuestro blanquillo amigo se esfuerza por alcanzar el tren
de los Grandes Conejos. Dentro de este tren los conejos hablan fuerte
beben, fuman y se pelean unos contra otros, no importa si no les gusta
tienen que hacerlo sino quedaran fuera del falico vehículo, como
aquellos conejos homosexuales.

Dentro del tren algunos conejos tienen fama, poder y dominan a
otros de otras clases o etnias diciendo “los de abajo son unos
perdedores. Nosotros los conejos ricos somos la aristocracia, los amigos
del rey”. El conejo blanco logro llegar y se posiciona dentro del vagón
de los conejos pobres. Cansado y arto de luchar por parecer “un Conejo”
nuestro amigo se pregunta ¿vale la pena? ¿todo esto para que?. Entonces
el miedo a no existir lo arrincona y él continua aparentando.

De pronto un susurro llega de lejos. Desde las catacumbas se puede
escuchar “la mujer no nace se hace” el conejo la escucha, la piensa, la
siente, la masculla en su boca. ¿entonces no hay destino? ¿no hay lugar
a donde llegar?, salta por una ventanilla respira el aire y sonríe “no
tengo porque correr”. Entonces el Rey de espadas aparece y lo amenaza
pero al verlo, el conejo de piel blanca ve la verdad: El rey, como todo
el que gobierna con el miedo, como el patriarcado, esta desnudo. El
conejo lo mira y se marcha a tomar el te con su amigo el sombrerero
loco, Marla la mariposa travestí y Gastón la flor violeta activista. “a
ell@s no tengo nada que demostrarles” piensa aliviado
mientras los saluda.

2 comentarios:

  1. Felicitaciones! Mardel necesita muchos espejos para reflejar nuevas miradas sobre la ciudad, con otras luces, hasta descomponiendo el arcoiris!!! Saludos!

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